El gran secreto de Leonard Cohen

“Muchos seguimos saboreando la última visita del artista a la ciudad de Zaragoza y el impresionante concierto que pudimos disfrutar… para mí sin duda inolvidable. Sin embargo lo mejor llegaría después”

Estos días he estado escuchando a Leonard Cohen en la soledad de mi guariche. Sé que queda poco culto reconocerlo, pero el hombre, con todos mis respetos, siempre me ha parecido pelín coñazo. El muy hijo de puta es un jodido triste… pero reconozco que para según que momentos viene muy bien escuchar su fantasmal voz.

Con la escucha de sus canciones he recordado que hace unos años escribí un texto sobre el de Montreal. Lo redacté para el fanzine Confesiones de Margot número trece, dedicado íntegramente al mencionado músico poeta.




“Todo gran seguidor de Leonard Cohen sabe que existe un gran secreto que rodea cada paso de la vida del artista, cada uno de sus álbumes, cada acorde de sus interpretaciones…

Accedo habitualmente a pequeños círculos de culturetillas elitistas con los que odio relacionarme… pero con los que tengo que lidiar por diversos motivos. La música no siempre es tan bonita como a uno le gustaría. En dichos ambientes he oído mil hipótesis sobre el gran secreto de Leonard Cohen.

Puede ir la cosa simplemente sobre su opción sexual. O sobre sus canciones, que al parecer las compone en realidad un primo chino suyo que vive en Jamaica. O sobre si ha dejado o no de fumar… O sobre si realmente debe su personal voz a la ingesta accidental de sal fuman cuando contaba con algo menos de diez años de edad. O sobre el lugar de su nacimiento… fuera de la tierra. O sobre sus hijos secretos, más de un millar y todos varones… Aunque parezca mentira tales conjeturas se comentan con total seriedad en esos ambientes… a veces incluso sin demasiadas sustancias ilegales de por medio.

Pero el gran secreto de Leonard Cohen entraña algo mucho más complejo. Lo afirman los profesionales musicales más entendidos de entre los más entendidos. Es algo inimaginable. Y algo a lo que he tenido el enorme privilegio de acceder en primera persona… Ya han pasado unos cuantos años de aquello y me ha carcomido tanto no contar nada… que creo ya ha llegado el momento de relatar mi experiencia. Además acabo de cumplir los treinta… y este es sin duda un buen momento.

Muchos seguimos saboreando la última visita del artista a la ciudad de Zaragoza y el impresionante concierto que pudimos disfrutar… para mí sin duda inolvidable. Sin embargo lo mejor llegaría después. Tras unas cuantas gestiones con varios representantes suyos, había concertado una entrevista micrófono en mano. Los nervios, agravados por mi falta de experiencia profesional en los medios de comunicación, me hicieron ir al servicio del Rincón de Goya, donde fue el espectáculo, en más de una docena de ocasiones… y además al de mujeres, el único con papel y una higiene casi digna.

Después del concierto me tocó esperar más de dos horas en el hall del hotel donde se alojaba Leonard, pero desde luego todo indicaba que iba a merecer la pena el esfuerzo.

Me hicieron pasar a un amplio despacho situado en la planta calle del edificio y después de unos minutos apareció por allí el gran genio con cara cansada pero aire de intensa serenidad en sus ojos. Me apretó la mano con una tenue sonrisa acompañada de un guiño de ojos. Señaló una silla, por lo que me apresuré a sentarme. Luego lo hizo él y comencé con la mayor rapidez posible -disponía de poco tiempo- a leer literalmente las preguntas que tenía redactadas en un folio que según recuerdo estaba muy arrugado víctima de mis nervios… Por supuesto, con el botón rec de mi grabadora correctamente pulsado.

A Leonard le hizo cierta gracia que leyera las preguntas una a una sin entablar conversación con él. También mi mala pronunciación del inglés. Apestaba a periodistilla principiante con una fragancia fuerte y mareante… Lo notaba pregunta a pregunta incluso yo… y cada vez más intensamente. No hace falta que diga que Lehonard Cohen está bastante poco acostumbrado a entrevistas con novatos.

Hoy he estado escuchando aquella cinta grabada... y según van pasando los minutos, Cohen, entre risas, comenta que hacía años que no le hacían una entrevista de esas características. Y también escucho como me dice que soy una persona muy inteligente y que llegaré a algo dentro de los medios de comunicación… que sencillamente tenga paciencia. También que soy uno de sus hijos… Esto último no entiendo muy bien a qué vino… Reconozco que me ha hecho dudar de la castidad de la que siempre ha presumido mi santa madre… ¡como si no hubiera roto un plato en su vida la mujer!... Aunque quiero pensar que el cantautor lo dijo figuradamente... ¿o no? Hay que reconocer que la hipótesis de más de mil hijos varones repartidos por el mundo cobra con esa afirmación cierta credibilidad. También es cierto que cerrar una entrevista con Leonard Cohen en exclusiva está reservado a grandes medios de comunicación y no a la emisora local para la que colaboraba -por supuesto, y para no variar, sin cobrar un condenado céntimo-. Todo muy raro.

La cuestión está en que sigo con la escucha de la cinta y oigo como Leonard dice que me va a desvelar su secreto. Lo dice tal cual… ¡¡El gran secreto de Leonard Cohen!! Y continúa afirmando que ese secreto me hará ser un periodista de gran prestigio en el mundo… que lo haga público cuando cumpla los treinta años… que ese será el momento adecuado de que el planeta entero lo conozca de una vez.

Seguidamente se oye como apaga la grabadora… -Para que el secreto no quede grabado en cinta alguna… sólo en el cerebro, ya que nunca se sabe en qué manos puede caer- aseguró antes de pulsar el stop. Recordando aquel día… acto seguido, me miró fijamente, se acercó, reconozco que entonces se me pasó por la cabeza la hipótesis de su opción sexual, y eso que todavía no la conocía, y me dijo con una vocalización perfecta en un tono similar al que utilizaba el maestro saolín de la serie Kunfú para dirigirse al Pequeño Saltamontes… siete frases. Recuerdo su número perfectamente… ya que es lo único que pude hacer… contarlas. ¡¡Ah!! y también lamentar no haber sentido a esas alturas de mi vida ningún interés por el tan necesario aprendizaje de la lengua inglesa”.

La próxima vez intentaré aprender idiomas. ¡¡Prometido!!

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