La extraña cita
Difícil olvidar la primera vez que sufrí la industria musical en carnes propias, siempre sin contar con todos los dineros que me he dejado en material musical por encima de su valor. Ese industrial desvirgue coincidió con una de las primeras veces que entrevisté a uno de esos artistas superventas, acostumbrado uno a tratar con gente de la cultura bastante menos reconocida y reconocible. El artista firmaba discos en una tienda un día antes de la presentación en Zaragoza de uno de sus discos más aclamados. Un servidor, por aquel entonces, ya hacía todo lo que podía, o le dejaban -vamos, como ahora- para recoger cualquier detalle relacionado con el Aragón musical. Así que esperé micrófono en mano a que el músico terminara sus deberes. Ese día comprendí muchas cosas. Una de ellas, lo duro que es firmar discos. Parece que la actividad en cuestión consista, simplemente, en recibir elogios y escribir frases más o menos ocurrentes, pero no. El pobre tipo se pasó algo más de dos horas y med