Felicidades, Walkman

“Cuando me hice con un Walkman, la verdad, flipé en sonidos. Podía escuchar música incluso en la piscina y además sirviéndome de las cintas que me grababa de la radio desde mi radiocasete, intentando siempre esquivar la voz del pelma del locutor”.

Imagen Walkman.

Hoy se cumplen 30 años desde la venta del primer Walkman. El 1 de julio de 1979 aparecía en las tiendas el modelo TPS-L2 de Sony, lo cual suponía el primer sistema de audio de bolsillo.

Claro que el término “de bolsillo” no es del todo exacto ya que hacían falta bolsillos de los de los pantalones anchos de ahora, que no se llevaban entonces, para meter semejante aparato. Afortunadamente, estos ingenios contaban con una pinza para un cinturón que ensañábamos siempre, por cosas de la moda, con la camiseta o camisa por dentro de los pantalones.

Las tres décadas se cumplen hoy pero por estos lugares perdidos de la mano del dios de la música, hasta bastante entrados los 80, un servidor no cruzó su vista con uno de esos.

Cuando me hice con un Walkman, la verdad, flipé en sonidos. Podía escuchar música incluso en la piscina y además sirviéndome de las cintas que me grababa de la radio desde mi radiocasete, intentando siempre esquivar la voz del pelma del locutor.

En aquellas cintas podías meter prácticamente 20 canciones (si duraban en total 90 minutos, claro) y solucionaban con creces los problemas de transporte de aquellos formatos de vinilo. Cada cinta era simplemente del tamaño… bueno… en realidad eran algo más grandes que un Mp4… de los más gansos… Qué cosas.

Le di una vida muy intensa a ese primer equipo portátil… y al siguiente también… así que aproveché los avances tecnológicos que habían acaecido desde esos primitivos aparatos y, a base de ahorrar peseta a peseta, me hice con un Walkman con radio que era, incluso, auto reverse. Vamos, que cuando acababa la cinta, pasaba directamente a la otra cara. ¡Parecía ciencia ficción!

El rebobinado se hacía habitualmente con un boli bic para no gastar pilas (que escuchando simplemente la radio, curiosamente, el aparato no chupaba nada) y si querías hacer deporte ataviado con un Walkman, la mini-máquina en cuestión acababa por los suelos.

Aparecerían las cintas cromo, que sonaban casi limpias (o eso pensábamos); los casetes de doble pletina, con lo que ya no hacía falta grabarse los temas musicales de la radio; e incluso los Walkman digitales, que eran los de toda la vida pero con los números del dial de la radio en numeración digital en vez de marcados con una aguja de las de las radio de siempre.

Más adelante se popularizaría el cedé… y el discman… Luego el disco duro… y el reproductor de formato Mp3… e incluso de Mp4, con imágenes y todo. Un servidor, hoy, cuando se lleva la música a otra parte lo hace con su teléfono móvil. Lo que son las cosas...

Me gustaría acabar resaltando las ventajas de aquellos corpulentos Walkman, de lo diferente que se escuchaba todo con ellos, de la ternura que destellaban… pero, para que engañarnos, mejor quedarse con la tecnología actual, o incluso, con la que está por venir.

Tema musical relacionado. “Walkman” del disco de Nach “Poesía difusa”, 2003:

Felicidades, Walkman, que descanses en paz.

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